29 marzo, 2024 03:38

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«Gurisas que investigan: mujeres en la universidad, mujeres en la historia»

“Los hombres son individuos, personas, tienen apellidos que pueden transmitir. Algunos son «grandes»: «grandes hombres». Las mujeres no tienen apellido: sólo nombre de pila. Aparecen confusamente, en la penumbra de grupos oscuros. «Las mujeres y los niños», «primero», o al costado, o afuera, según el caso” (Michelle Perrot).

De acuerdo con el último informe del Programa Nacional para la Igualdad de Géneros
en Ciencia, Tecnología e Innovación “(…) en Argentina, la mayoría de quienes
investigan son mujeres: 6 de cada 10 personas” (marzo 2023). A pesar de ello se
observan diferencias de género a favor de los investigadores varones a medida que se
analiza el acceso a posiciones jerárquicas, en categorías, cargos y en la producción
científica. En el marco de la Agenda M -Mujer, Memoria y Malvinas- de la Universidad
Autónoma de Entre Ríos conversamos con un grupo de docentes e investigadoras de la
Sede Uruguay de la Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales acerca de los
desafíos y apuestas para promover espacios que contribuyan a construir un
conocimiento despatriarcalizado y decolonial. Compartimos aquí algunas de las
reflexiones más importantes que surgen de los resultados de sus investigaciones en
torno a las figuras femeninas en la historia de la costa del Uruguay.

¿Qué presencia tienen las mujeres en las aulas universitarias?
Mariela Satto: Es importante la visibilización institucional que las identidades
femeninas han adquirido en los últimos años. Es parte de un proceso de transformación
que viene gestándose desde la instauración de la Universidad Autónoma de Entre Ríos
en el territorio. La inclusión en los planes de estudios de materias referidas al pasado
histórico americano, nacional y local es un puntapié para instalar la pregunta por las y
los ausentes de la historia oficial. Sin embargo, si leemos rápidamente la bibliografía al
final de los proyectos de cátedra, seguramente el porcentaje de autoras mujeres sea
mucho menor al de los varones. La conformación de nuestro equipo, mujeres docentes y

estudiantes, con diversos intereses disciplinares pretende movilizar las estructuras aun
anquilosadas en la “academia”.

Aixa Mega: El acceso de las mujeres a la educación formal se tomó su tiempo. Más
aún, la exclusión de las mujeres del espacio público implicó, entre otras cosas, que el
relato de la historia no las incluyera en sus páginas. Un claro ejemplo de esto es la
nómina de las primeras familias pobladoras de la ciudad de Concepción del Uruguay,
partido de Arroyo la China en 1781. El alcalde Julián Colman informa que solamente se
declara a vecinos con casa y medios propios de vida, excluyendo no solo a un gran
número de personas que habitaban la zona, sino a las identidades femeninas. La lista
nombra, entonces, solo al varón e indica en segundo plano la presencia de mujer o hijos.
Por ejemplo, “Ventura Castillo, su mujer, un hijo // Juan Bautista Ríos, su mujer, 5
hijos”. Sabemos quiénes fueron los primeros habitantes de nuestra ciudad pero no
conocemos quiénes fueron las primeras pobladoras. Sus nombres no interesaban. Por
supuesto, esto ha ido cambiando y figuras de la talla de Teresa Ratto o Dolores Costa
imprimieron su huella en nuestra historia. Y entonces no podemos dejar de preguntamos
¿qué sucede con las mujeres racializadas? ¿quiénes son, cómo fueron representadas?

Las “mujeres al margen” constituyen un núcleo fundamental en sus
investigaciones ¿cómo recuperarlas?
Paula Aguilar: La presencia de personas racializadas en las fuentes (registros
parroquiales, censos) dan cuenta de una población sumamente diversa en los inicios de
la ciudad. A pesar de la omisión de esta diversidad cultural en la imagen cristalizada de
las colonias de inmigrantes europeos en tiempos de Justo José de Urquiza, las
comunidades que protagonizan los inicios de las villas y luego ciudades también son
originarias de las misiones, de origen minuano, chaná, guaraní, charrúa, africano o
afrodescendiente. Entonces al buscar las huellas de estas mujeres nos enfrentamos a una
doble invisibilización: primero en tanto mujeres, luego en tanto “negras, pardas,
morenas”, “indias” o “chinas”. Despojadas de identidad, son mujeres con nombres y
apellidos ajenos, cristianos, castellanizados, que explicitan apropiación y esclavización.
Melchora Mesa, Francisca Santana, Ana María Paracasú, entre otras: recuperar sus
figuras nos permitió reconstruir recorridos vitales y, así, inferir diversos roles en la
sociedad, los vínculos con familias locales, con las personas esclavizadas y, sobre todo,

dar cuenta de los posibles lazos solidarios y comunitarios que la población racializada
sostuvo en los inicios de las villas y ciudades, a finales del siglo XVIII y durante el XIX
en adelante. Muchas actúan como madrinas de numerosos bautismos de niños y niñas
que el párroco anota como “indio”, “negro hijo de la esclava de”; mujeres que son
testigos de uniones entre esclavizados, entre “indios”, “pardos”, o “negros” tal como se
clasificaba social y jurídicamente a las personas según la lógica pigmentocrática.
Aixa Mega: Las mujeres racializadas se incorporaron a la vida urbana y generaron
estrategias de reproducción social y económica en tiempos adversos. La figura de las
“chinas” nos resultó sumamente interesante. En los registros de Matrimonios de 1827 se
consagró la unión de Mercedes López (“China natural de Corrientes, Hija Natural de
Ma. López, fueron testigos Mariano y Norberta Calvento”, Libro II Matr.fs, 211) Si
tenemos en cuenta que Mercedes López se casó con un “liberto” puede haber sido mujer
originaria y/o esclavizada, parda o morena. Además, teniendo en cuenta quiénes fueron
sus padrinos habría podido ser hija “natural entenada” de la familia López Jordán.
Recordemos que Norberta Calvento fue la prometida del general Francisco Ramírez.
Mercedes López, mujer migrante, desarraigada de su lugar de nacimiento y vuelta a
introducir en la vida local como mujer casada con un liberto. Es interesante notar que,
aunque tenía apellido propio y su matrimonio fue bendecido por la Iglesia, su situación
de mujer casada, no borraba la “mancha de su “nacimiento”. Era una mujer
desvalorizada por las circunstancias del mismo y quizá por haberse casado con un
liberto, por eso en el acta matrimonial se mantuvo el estigma que representaba el
vocablo “china” de Corrientes para expresar la diferencia social respecto a quienes la
apadrinaron. Las chinas fueron mujeres que habrían tenido ascendencia nativa charrúa o
minuana, también encontramos con esta denominación a mujeres y niñas migrantes de
Corrientes y que fueron mujeres de servicio y se les adjudicó el apellido de las familias
a las que sirvieron. Por otro lado, las chinas sin apellido propio habrían llevado el
nombre de María y con este nombre las encontramos defendiendo la Villa de
Concepción del Uruguay y de Paysandú cuando las invasiones Luso – hispanas en los
años 1810 – 1811 y durante las luchas del siglo XIX.
Paula Aguilar: Los lazos entre las poblaciones racializadas se evidencian en los
registros tanto en épocas cuando la esclavitud era legal como en los años posteriores a la
libertad de vientres y la abolición. Cambia la condición jurídico social de los individuos,

se pasa de ser esclavos/as, o libertos/as a sirviente, criado/a y -ya desde la década del
1840- se registran en los censos los oficios y ocupaciones de africanos/as y
afrodescendientes libres. El varón será militar, carnicero, hortelano, jornalero,
sembrador, herrero, techador, cortador de maderas y la mujer oficiará de cocinera,
lavandera, costurera, panadera, sembradora, entre otros. Estos datos nos muestran una
ciudad diversa, en donde las comunidades racializadas se integraron históricamente a
una sociedad que, aún hoy, continúa privilegiando un origen basado en la inmigración
suiza, alemana o francesa.

¿Qué herramientas aporta el conocimiento de las lenguas para recuperar estas
comunidades?
Alicia Avellana: En principio, es importante reconocer que, en el caso de poblaciones
originarias, su presencia está indicada explícitamente en las fuentes parroquiales que
asentaban a muchos habitantes que habían perdido ya su nombre originario y eran
inscriptos con un apellido español (normalmente el del padrino). Entonces, es frecuente
encontrar registros de “indios” con apellidos como Flores o Vallejos. También puede
visibilizarse la presencia originaria a partir de distintas alusiones a que aún conservaban
su lengua, como las que aparecen en las actas de matrimonios: “casados en el idioma
tape”; “casados en guaraní”. Sin embargo, aun si no aparecen explícitamente como
“indios”, es posible recuperar la presencia originaria desde el análisis de los apellidos
presentes en las fuentes. Así, de una mirada rápida a las actas pueden reconocerse
apellidos frecuentes de origen guaraní, como Nicolás Piriberá, Alberto Arasayé,
Ma.Ignacia Aguará, Ma. Juana Yasi, Juliana Tabacanbuí, Ramona Arareté, Ma. Petrona
Ybaty, entre muchos otros. Los habitantes nativos habían adoptado ya la pauta
occidental de colocar sus nombres originarios como apellidos y el hecho de que los
hijos heredaran el apellido del padre. Entre estos, aparece una inmensa cantidad de
apellidos guaraníes que contienen el elemento cuña- (en guaraní, kuña-), que en guaraní
significa “mujer”. Estos aparecen siempre aplicados a mujeres, como: María Cuñambuy,
María Cuñaramó, María Cuñaburu, Ma. Rosa Cuñatih, María Ignacia Cuñayú, Ma.
Magdalena Cuñaera, María Rosa Cunambatú, Ma.Rosa Cuñaminí, Rosa Cuñagatu.
Otros apellidos poseen una estructura que no es propia del guaraní (ni del castellano), lo
que nos lleva a preguntarnos por la posible presencia charrúa o minuana entre estos
apellidos originarios, presencia que, por otra parte, aparece consignada en algunas

fuentes, como el caso de Juana Garay o Ana Ma. González, señaladas como
pertenecientes a la “Nación Minuana”. Si tenemos en cuenta el porcentaje
increíblemente significativo de apellidos originarios, es posible visibilizar la importante
presencia originaria (guaraní, charrúa y minuana) en la ciudad que, en las actas de
matrimonio por ejemplo, alcanza un tercio de los registros.

Los archivos pueden indicarnos los silencios y vacíos del presente. ¿Qué dicen los
espacios locales sobre las identidades femeninas?
Ivana Montañana: Los lugares no solo se construyen cuando se levantan viviendas,
edificios o se cultivan tierras. También al hablar de ellos, al nombrarlos. La toponimia
del casco urbano, es decir, los nombres de los lugares que conocemos de nuestra ciudad,
son nombramientos -en gran parte- relacionados con personajes masculinos del siglo
XIX y XX, destacados por su labor política, militar a escala nacional y provincial
(Urquiza, Galarza, Díaz Vélez, Balbín, entre otros). También hay nombramientos
relacionados con fechas y acontecimientos bélicos/políticos, como 9 de julio, 21 de
noviembre, 3 de febrero; todos ellos localizados en el área más representativa de la
ciudad. En cuanto a nombres de mujeres, del total relevado observamos que constituyen
menos del 10%; particularmente en calles que están fuera del casco céntrico, vinculados
a la expansión urbana hacia el oeste y el norte. Para finales del siglo XX, mujeres
relacionadas a figuras relevantes de la política y alta sociedad como Clementina Comte
de Alió, Ana Urquiza de Victorica, Eva Duarte de Perón, Dra. Teresa, Celia Torrá eran
las elegidas para nominar las calles uruguayenses. Desde 2010, comienzan a nombrarse
las nuevas calles (muchas de ellas “trazadas” hace tiempo, pero que reciben nombre por
primera vez) en base a mujeres destacadas en distintas áreas, como Dra Silvia Liliana
Castro de Paolazzi, Dra. Cecilia Grierson, Paloma, Alicia Moreau de Justo, Diana
Almada, María Esther de Miguel, Lorenza Mallea, María Angélica Miró, Rosa Alul de
Eguillor, María Elena Walsh, Dina Nardone, Azucena Villaflor, Ana Teresa Fabani,
María Esther de Miguel. Son poetas, escritoras, docentes, revolucionarias, reconocidas
por sus ideales, en consonancia con procesos complejos de nuestra historia, muchas de
ellas contemporáneas. También se nombraron calles, relacionadas con la religión
católica, tal como Eufrasia Iaconis o Madre Teresa de Calcuta. A partir de los
nombramientos “nuevos”, vemos que fueron impulsados -en gran parte- por mujeres
concejalas, vecinas, profesionales y es notable -en casi todos- el uso de los apellidos de

sus esposos, en vez de -únicamente- los propios, así por ejemplo: Alicia Moreau de
Justo, Silvia Castro de Paolazzi, Ana Urquiza de Victorica, Clementina Comte de Alió o
como la conocida calle céntrica “Eva Perón”.
Carolina Pascal: Encontramos una correspondencia entre la invisibilización femenina,
los vacíos historiográficos y la toponimia de las calles de nuestra ciudad. De 450 calles
relevadas, solo 40 tienen nombres de mujeres y de ellas, solo 2 están relacionadas con
las mujeres afro, mestizas y nativas que estudiamos en el equipo de investigación, lo
que evidencia la marcada ausencia de toponimia relacionada con mujeres de orígenes
nativos, mestizos y afros, en el nombramiento de calles, edificios públicos, paseos y
monumentos. En 2012, la calle 28 del oeste norte recibe el nombre de Juana Azurduy,
quien participó como Teniente Coronel en las campañas independistas del Alto Perú. En
el año 2021 se nombra la calle Irene Jurado-Afroentrerriana, reconocida por su labor
social y comunitaria en nuestra ciudad a mediados del siglo XIX. Evidentemente este
trabajo nos motiva a repensar la ciudad de Concepción del Uruguay a partir de sus
formas espaciales y lo que ellas simbolizan. Estamos ante un cambio de paradigma, del
cual quienes trabajamos en las universidades públicas debemos formar parte activa.

“Gurisas que investigan”
Las Gurisas que investigan son un grupo interdisciplinario de mujeres que enseñan,
aprenden, investigan y divulgan desde la universidad pública. A través de la articulación
de diferentes disciplinas -como historia, lengua, literatura y geografía- sostienen como
uno de sus principios el derecho al acceso y producción de saberes de forma diversa y
horizontal. El equipo está conformado por docentes y estudiantes, las Gurisas que
investigan son: Paula Aguilar, Alicia Avellana, Silvia Castillo, Luisina Cerrudo, Ileana
Delsart, Andrea Echeverría, Ana Elisa García, Micaela Gómez Giuliana Impini, Silvina
Inchauspe, Maira Noel Martinez Pascal, Aixa Mega, Ivana Montañana, Carolina Pascal,
Camila Ramos, Martina Salvi, Mariela Satto

Fuente: Coordinación de Comunicación Institucional – Sede Uruguay FHAyCS de UADER